miércoles, 31 de marzo de 2010

Real Colegiata de Santa María la Mayor


La Colegiata de Santa María la Mayor de Antequera data del s. XVI (1514-1550). Fue el primer edificio de estilo renacentista que se edificó en Andalucía, por iniciativa del obispo de Málaga Don Diego Ramírez de Villaescusa. Las trazas en un principio, se plantearon siguiendo modelos góticos, como se puede observar en la cabecera, aunque posteriormente se concluyeron las obras dentro del estilo renacentista. Para su construcción, se reutilizaron sillares procedentes de las ruinas romanas de la ciudad.
Lo que más asombra al visitante es su imponente fachada principal, la más monumental del Antequera. Aparece divida en tres "naves", separadas por los contrafuertes y está realizada enteramente de silleria. En cada una de las calles, hay una puerta, siendo mayor la de la calle central. Además, en estas calles es donde se sitúa la mayor parte de la decoración de la fachada, respondiendo a un diseño decorativo muy geometrizante, con algunos elementos manieristas. Quizás sean los pináculos cónicos estriados los elementos de mayor rareza. Además, en el ático, encontramos una balaustrada ciega, muy típica del estilo renacentista.


En el interior, las tres naves aparecen separadas por unas grandes columnas de orden jónico. Sobre estas se disponen cinco arcos de medio punto a cada lado, decorados con perlas. Además, para conseguir una mayor altura en la nave central, se dispuso un cuerpo de arcos de descarga, a modo de falso triforio ciego. Para quién no lo sepa, un triforio ciego es un edificio sin ventanas. En este caso, los arcos simulan unas ventanas que en realidad no existen.





La Capilla Mayor, de planta rectangular, muy profunda, se cubre con bóvedas de estilo gótico-mudéjar, que dibujan dos grandes estrellas, de seis y ocho puntas. La claridad y luminosidad de la capilla se debe a las elegantes ventanas de tipo florentino, elemento que acentúa notablemente el italianismo de todo el interior. 

El resto de las capillas de esta Colegiata, abiertas a las naves laterales e independientes entre sí, responden a tipos y épocas diferentes. Especial atención tienen las tres armaduras mudéjares que cubren las naves, construidas antes de mediar el siglo XVI. La central es rectangular y muestra en sus faldones y almizate una compleja decoración de lazo a base de estrellas de distinto tamaño. Las armaduras de las naves laterales son ochavadas y siguen en sus programas de diseño esquemas similares a los empleados en la central.



Actualmente, la Colegiata no se encuentra consagrada al culto, y se utiliza como sala de exposiciones y conciertos, por lo que la mayoría de la decoración religiosa del interior, ya no se encuentra en su emplazamiento habitual.

También cabe destacar los alrededores de la Colegiata. A un lado de la plaza, y tras una barandilla, podemos observar los restos de las antiguas termas romanas de la ciudad de Antequera. Se trata del primer yacimiento urbano descubierto en Antequera durante las excavaciones de 1988. Datan del s.I a.C. Las termas presentan diferentes tipos de pavimento, entre los que destaca un mosaico polícromo con un medallón central representando a la divinidad marítima Oceanus saliendo del mar.




El conjunto contaba con las dependencias típicas que caracterizan a este tipo de arquitectura civil romana: sala de baños de agua caliente -caldarium-, de agua templada -tepidarium- y de agua fría -frigidarium-.Igualmente, poseía unos vestuarios -apodyteria- y el sistema de calefacción del complejo se hacía por medio del Hypocaustum.

También es destacable el callejón adjunto a un lateral de la Colegiata, conocido como el Callejon del Aire. Discurre entre el muro del casco romano y la Colegiata, y es verdaderamente un espectáculo recorrerlo al caer la noche, cuando las luces se encienden y las sombras de la Iglesia se reflejan por todos lados. Ni que decir que es un lugar bastante fresquito, en el que se percibe la humedad de la silleria y el paso de los años.



Y un último apunte a las vistas de la ciudad desde este punto, que al estar en alto, se ofrece como un espléndido mirador, que permite contemplar la belleza de esta ciudad que luchó por la capitalidad andaluza con Sevilla. 








Cristina Acero Domínguez

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