viernes, 19 de abril de 2013

Ara Pacis: el altar de Augusto (Roma)

¿Qué podemos decir un grupo de futuras historiadoras del Ara Pacis de Augusto, a parte de que es un sueño hecho realidad?








El Ara Pacis o Altar de Augusto es un altar ceremonial construido  entre el 13 a.C y el 9 a.C en conmemoración a las gestas realizadas por éste en Hispania y la Galia. De hecho, gracias a esta información, podemos datar su periodo de construcción, entre el 16 a.C y el 13 a.C, años en lo que Augusto intervino en los Alpes, y el 9 a.C, ya que se conoce que la dedicatio del altar se celebró el 30 de enero del 9 a.C.

Con las siguientes palabras, Augusto comunicó su deseo de la construcción del altar:

"Cuando regresé a Roma de la Galia y de España, bajo el consulado de Tiberio Nerón y Publio Quintilio, felizmente concluidas las empresas en aquellas provincias, el senado decretó que había que consagrar un ara a la paz augustea en el Campo Marcio y ordenó que en ella los magistrados, los sacerdotes y las vírgenes vestales celebraran cada año un sacrificio".
Fue realizado en mármol de Luni (Carrara) y situado en el Campo de Marte, aunque en un principio se insinuó su construcción dentro de la Curia, pero finalmente no se aprobó dicha propuesta. Podemos ver su situación en la Forma Urbis Romae:





Y otro fragmento de un mapa, donde también vemos situado al Ara Pacis en su lugar de origen:

Scanned from Guglielmo Gatti, "Ara Pacis Augustae: Le Vicende", in Pino Stampini,Ara Pacis Augustae, 1970, fig.2. 


El Ara Pacis mide 11 x 10 x 4,60 metros y tiene dos entradas, la principal de ellas con una escalinata por donde accedía el sacerdote  y la otra por donde entraban los animales a sacrificar, orientadas al este y al oeste originalmente, aunque en la actualidad, se encuentren orientados norte-sur. El ara en sí se encuentra en el interior sobre un pedestal escalonado.






Scanned from Giuseppe Moretti, L'Ara Pacis Augustae, Rome: Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato S.p.A., 2005, 2 vols. (1st ed. La Libreria dello Stato, 1948). Courtesy of the Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, Rome.



Presenta decoración tanto en la fachada externa como en el interior del altar. El núcleo central lo conforma la mensa, el altar propiamente dicho donde se realizaban los sacrificios. El suelo estaba ligeramente inclinado para favorecer la evacuación de las aguas y otros residuos líquidos de dichos sacrificios a través de pequeños canales que recorrían todo el perímetro. La mensa es estrecha en sus dos cuerpos laterales, mientras que sus lados presentan acróteras, temas vegetales y leones alados.





Decoración


Si hay algo que llama poderosamente la atención del Ara Pacis son sus relieves, que cubren tanto el exterior como el interior del monumento y que son de distinta temática. De forma general, esta construcción se encuentra sobre una gran base marmórea, casi enteramente restaurada, dividida en dos registros decorativos: el inferior vegetal, el superior figurado, con representación de escenas míticas a los lados de las dos entradas y con un desfile de personajes sobre los otros lados. Entre ellos un haz de separación con un tema a esvástica, ampliamente reconstruida.



Esta decoración puede dividirse en cuatro grupos:

Los dos frisos externos del desfile procesional 

En los lados norte y sur, se representan sendas procesiones de personajes, que se mueven de izquierda hacia derecha; entre ellos aparecen sacerdotes, asistentes al culto, magistrados, hombres, mujeres y niños, cuya identidad histórica se puede reconstruir solamente de manera hipotética. La función del desfile no es del todo conocida: según algunos, la escena representa el reditus de Augusto, es decir la ceremonia de acogida en honor del princeps de regreso de su larga estancia en Galia y en España; según otros, representa la inauguratio del propio Ara Pacis, es decir la ceremonia, en la cual, en el 13 a.C., se procedió a delimitar y consagrar el espacio sobre el cual habría surgido el altar. De todas maneras, se trataría de un relieve histórico y conmemorativo. El cortejo, en ambos lados del monumento, se abre con los litores, seguidos por los miembros de los máximos colegios sacerdotales y a lo mejor por los cónsules; después, comienzan a desfilar los miembros de la familia de Augusto.





Los cuatro relieves alegóricos que flanqueaban por fuera ambas puertas 

Los relieves a ambos lados de los vanos simbolizaban con alegorías míticas ciertos aspectos legendarios relativos al origen divino de la ciudad de Roma. De estos cuatro relieves se han conservado solo casi dos completos. Los otros dos se conocen en algunos trozos insignificantes.

En registro superior del lado occidental, a la izquierda, se conserva un panel con la representación del mito de la fundación de Roma: Rómulo y Remo vienen amamantados por la loba a la presencia de Fáustulo, el pastor que adoptará y criará a los gemelos, y de Marte, el dios que los había engendrado juntándose con la vestal Rea Silvia. En el centro de la composición se representa una higueral, debajo de la cual fueron amamantados los gemelos. Sobre el árbol se pueden distinguir las garras de un pájaro, en la restauración de 1938 completado como un águila, pero a lo mejor se trataba de un pájaro carpintero que, como la loba, es un animal sagrado para Marte. El dios está representado en su rol de guerrero, con lanza, yelmo crestado decorado con un grifo y coraza sobre la cual se distingue la cabeza de una Gorgona.



A la derecha de la entrada al recinto se ve el relieve que representa a Eneas, ya entrado en años, que sacrifica a los Penates y, por lo tanto, se retrata como sacerdote con la cabeza cubierta, en el acto de hacer una ofrenda sobre el altar rústico. La parte final del bloque derecho se ha perdido, pero casi ciertamente sustentaba una pátera, una copa ritual, como se deduce por la presencia de un jóven asistente del ritual (camillus) que lleva una bandeja con fruta y panes y una jarra en la mano derecha. Un segundo asistente al ritual empuja una cerda hacia el sacrificio, probablemente en el lugar mismo en el cual se fundará la ciudad de Lavinium si se interpreta la escena a la luz del VIII libro de la Eneida. Recientemente, en cambio, se ha hipotizado que el personaje que sacrifica sea Numa Pompilio, el segundo de los siete reyes, que propio en el Campo de Marte celebró un sacrificio para la concordia entre Sabinos y Romanos, habiendo sacrificado para esta ocasión una cerda.



En el sector oriental, a la izquierda del vano de entrada, se encuentra el panel con la representación de la Tellus, la Tierra Madre, es decir, según otra interpretación diferente, Venus, madre divina de Eneas y progenitora de la Gens Iulia, a la cual pertenece el mismo Augusto; otra lectura interpreta esta figura central como la Pax Augusta, la Paz, que da el nombre al Altar. La diosa sienta sobre las rocas, vestida con un ligero gitón; en la cabeza velada, tiene una corona de flores y de fruta; a sus pies, hay un buey y un carnero. La diosa sostiene a sus lados dos niños o amorcillos (¿alusión a los Gemelos?), uno de los cuales atrae su mirada brindándole una manzana. En su vientre, un racimo de uva y de granados completan el retrato de la divinidad progenitora, gracias a la cual prosperan hombres, animales y vegetación. A ambos lados de Tellus, que se sienta sobre una roca, gravitan en el espacio los dos genios fertilizantes del aire y del agua, corporizados en sendas figuras femeninas sentadas sobre un cisne (el aire) y un monstruo marino (el agua); estas dos jóvenes mujeres, las Aurae verificantes, aparecen la una sentada sobre un dragón marino, la otra sobre un cisne, símbolo respectivamente de los vientos benéficos del mar y de la tierra. Todo ello va acompañado por un conjunto de alusiones y tributos que acaban de componer el cuadro, tales como el buey, el corderillo, las espigas, el cañaveral, el jarro caído vertiendo agua, etc.


Sobre el panel de la derecha se conserva en cambio un fragmento del relieve de Dea Roma. La imagen representada ha sido completada con la argamasa. Está sentada sobre un trofeo de armas, y esto nos indica que podría ser la Dea Roma, cuya presencia tiene que leerse en estrecha relación a la de Venus-Tellus, ya que la prosperidad y la paz están garantizadas por Roma victoriosa. La diosa está representada como una amazona: la cabeza con el yelmo, el seno derecho desnudo, el cinturón de cuero que cruza el busto sustenta una corta espada, una asta en la mano derecha. Muy probablemente formaban parte de la escena las personificaciones de Honos y Virtus, colocados a los lados de la diosa, con las semblanzas de dos jóvenes divinidades masculinas.



El zócalo corrido externo, con roleos de acanto

El zócalo exterior pudo haberse inspirado en la tapia primigenia que delimitase el recinto el día de su dedicatoria solemne en el año 13 a. C. En efecto, el exterior de ese mismo zócalo está revestido de una decoración vegetal de origen helenístico a base de roleos de acanto, poblados de una variada fauna. La poesía y los mitos en boga en la Roma de Augusto permitían interpretarla como alusiva a la Edad de Oro que la paz, propiciada por Augusto -pax terra marique parta- como dux pacificus, hacía creer al alcance de la mano.



El friso interno, con los bucráneos y guirnaldas

En el interior de lado izquierdo se distinguen las vestales, seis en total, representadas con la cabeza cubierta: son las vírgenes nombradas por el Pontifex Maximus, la más alta carga sacerdotal, seleccionadas entre las jóvenes aristocráticas entre los seis y diez años de edad, las cuales quedaban guardianas del fuego sagrado por 30 años. Aquí las vemos en el curso de la ceremonia acompañadas por los ayudantes. Del friso ubicado delante del de las vestales, no queda nada más que un fragmento con dos figuras, la primera de las cuales representan un sacerdote, exactamente un flamen, mientras en el otro personaje se ha querido reconocer al propio Augusto, a lo mejor representado en el papel de Pontifex Maximus, cargo que asumió en el 12 a.C., mientras el Ara Pacis se estaba construyendo. En el lado derecho exterior se conserva una procesión con tres animales, dos bueyes y un carnero, conducidos al sacrificio por doces encargados (vicitmarii). En sus extremos se localizan los instrumentos del sacrificio: las bandejas, el cuchillo, la maza y el ramo de laurel para la aspersión. Por delante, se encuentra un togado (o a lo mejor un sacerdote) acompañado por ayudantes y asistentes del culto. Muy probablemente, los fragmentos del friso del altar se refieren a un sacrificio, a lo mejor el mismo de la pax augusta que el Senado había decretado se celebrara cada año, el 30 de enero, para el aniversario de la consacratio del altar.

El interior del recinto se presenta como el exterior, dividido en dos zonas sobrepuestas y separadas por un haz decorado con palmeras: en el registro inferior la decoración, simplificada, parece reproducir el tema de los ejes del recinto en madera que delimitaba el espacio sagrado; el registro superior en cambio, está enriquecido por guirnaldas y bucráneos (cráneos de bueyes) interrumpidos por paterae o copas rituales. De estilo helenístico (quizáspergámeno) es esta serie de cráneos descarnados de bueyes (de los bueyes inmolados en la consagración), de cuyos cuernos penden racimos de frutos y tallos (manzanas, peras, uvas, piñas, higos, piñas, ramos de laurel, de encina, de olivo, espigas de trigo, pámpanos de vid, hojas de higuera, de hiedra, etc.), atados a ellos por las misma ínfulas, o cintas, que ornaron las testas de los bueyes antes del sacrificio. Todo está descrito con el más fino sentido naturalista y realista de que era capaz el cincel de estos estupendos decoradores, cuya obra había sido acompañada en su día de toques de colores: verde para la hojarasca de las guirnaldas, rojo para las cintas e ínfulas, dorado para la pátera y la cornamenta de los bucráneos. También repercutió en monumentos de su tiempo y posteriores, singularmente en aras, altares y frisos.




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