jueves, 16 de mayo de 2013

Circos Romanos


Circos

Derivan del hipódromo griego y se destinaban a carreras de caballos y de carros. Su forma es oblonga: en un extremo las cárceres o pequeños compartimentos desde donde tomar la salida; y en el centro la arena, dividida por la espina o zona con pedestal y distintos adornos escultóricos y arquitectónicos (hasta obeliscos) en torno a la cual se daban las vueltas. Rodeando la arena la cávea.

Circo máximo y Palatino



El Circo Máximo (carreras mayores) en Roma, entre el Palatino y el Aventino, el lugar fue utilizado primero para juegos públicos y entretenimientos para los reyes etruscos de Roma. Ciertamente, los primeros juegos de los  Juegos Romanos fueron organizados en ese lugar por Lucio Tarquinio Prisco, el primer gobernante etrusco de Roma. Algo después, el Circo fue el lugar destinado a los juegos y fiestas públicas tomados de los griegos en el siglo II a. C.

La demanda de entretenimientos populares a gran escala por parte de la ciudadanía romana llevó a Julio César a ampliar el Circo sobre el 50 a. C., tras lo cual la pista medía aproximadamente 600 metros de largo, 225 metros de ancho y podía albergar a unos 150.000 espectadores sentados.

En el 81 d. C, el Senado construyó un arco triple en honor de Tito junto al extremo este (que no debe confundirse con el Arco de Tito de la Vía Sacra, en el lado contrario del Palatino). El emperador Domiciano conectó su nuevo palacio del Palatino al Circo para poder ver más fácilmente las carreras. Más tarde Trajano añadió otros 5.000 asientos y amplió el palco del emperador para incrementar su visibilidad pública durante los juegos.


Los juegos comenzaban con un desfile inaugural (pompa) por las calles de Roma, desde el Capitolio hasta el Circo Máximo, desfile encabezado por el magistrado que ofrecía los juegos, quien, al llegar al Circo Máximo, declaraba inaugurado el espectáculo. Estos juegos solían incluir las siguientes competiciones:

- Ludus Troianus, que consistía en un simulacro de batalla entre los jóvenes de la aristocracia.

- Exhibiciones ecuestres, acrobacias a caballo realizadas por jinetes expertos (desultores).

- Carreras pedestres, en las que durante horas y horas los participantes daban cientos de vueltas a la pista del circo.

- Carreras de carros, que eran el plato fuerte de los juegos. Los carros eran tirados por dos, tres o cuatro caballos. Cada carrera consistía en dar siete vueltas a la pista alrededor de la espina central.  

El acontecimiento más importante celebrado en el Circo era la carrera de carros. En la pista cabían hasta 12 carros y los dos lados de la misma se separaban con una mediana elevada llamada la spina. Las estatuas de varios dioses se colocaban en la spina y César Augusto también erigió un obelisco egipcio en ella. En cada extremo de la spina estaba colocado un poste de giro, la meta, en torno al cual los carros hacían peligrosos giros a gran velocidad. Un extremo de la pista se alargaba más que el otro, para permitir que los carros se alinearan al comienzo de la carrera. Allí había verjas de salida o carceres (las hysplex griegas), que escalonaban los carros para que todos ellos recorrieran la misma distancia en la primera vuelta. Cuando los carros estaban listos, el emperador tiraba un paño conocido como mappa para indicar de esta forma el comienzo de la carrera. Las puertas se abrirían rápidamente de modo que, la carrera fuese justa.

Una vez iniciada la carrera, los carros podían adelantarse entre sí para intentar provocar que sus oponentes se estrellaran contra los spinae (en singular spina). Los spinae tenían "huevos" parecidos a los "delfines" de las carreras griegas, que se dejaban caer en un canal de agua que corría a lo largo de la cima de los spinae simbolizando el número de vueltas que quedaban.


Podium (escenario)

Carceres (estancias con salidas hacia la arena usadas por los carros)

Spina (división longitudinal con mármol y mosaicos de la arena)

Porta Triunphalis (puerta principal)

Porta Livitensis (puerta para la salida de los heridos)

Caveae (hileras de asientos) Formada por dos graderías rectas, que corresponden a los lados largos del rectángulo y una semicircular en el lado corto. El otro lado, sin gradas, corresponde a la puerta de entrada de los participantes -porta pompae-, las caballerizas y los puestos de salida llamadas carceres. Este lateral no era perpendicular a los dos alzados laterales, sino que estaba ligeramente inclinado. Habitualmente, sobre él, se situaba el "pulvinar" o palco presidencial. En su frente, en las gradas semicirculares, se abre la "porta triunphalis" sobre la que se instala el palco de jueces o tribunal iudicium.
Por último, en las fachadas laterales se abrían las puertas para el acceso del público a las gradas, a las que se accedía por pasillos abovedados y escaleras que comunicaban con los "vomitorium". Las fachadas se decoraban con pilastras y arcos ciegos.
Su estructura está compuesta de hormigón y mampostería, conformada de manera similar a las de los teatros y anfiteatros.

Se conserva muy poco del Circo, con la excepción de la pista de carreras, hoy cubierta de hierba, y la spina. Algunas de las verjas de salida se conservan, pero la mayoría de los asientos han desaparecido, sin duda por haber sido empleada la piedra para construir otros edificios en la Roma medieval.

El obelisco Flaminio fue trasladado en el siglo XVI por el papa Sixto V a la Piazza del Popolo. Las excavaciones del Circo comenzaron el siglo XIX, seguidas de una restauración parcial, pero siguen pendientes algunas excavaciones verdaderamente exhaustivas de su suelo.

Fue el más antiguo y monumental, pero no queda casi nada de él. Medía 600 metros de largo y 200 de ancho, y podía contener la colosal cifra de 260.000 espectadores. En España, tradicionalmente se identifican seis circos romanos, habiendo en la actualidad sospechas fundadas de la existencia de otros menores. Los principales son: el de Mérida y de Tarraco.

El primer espectáculo consistía en un simulacro de batalla entre jóvenes aristocráticos denominado Ludus Troianus que era de escaso interés y se realizaba mientras los asistentes terminaban de ubicarse, luego le seguía una exhibición ecuestre de gran malabarismo y colorido precediendo al comienzo de las carreras. La primera carrera era una competición pedestre, una carrera de agotamiento donde las primeras apuestas empezaban a funcionar entre los romanos calentando los ánimos y el ambiente para el momento cumbre que eran las carreras de carros (cuadrigas o bigas).

Estos espectáculos de carros enloquecían a la multitud, que se dividía en apasionadas facciones, cada una de ellas identificada por un color: los verdes, los azules, los rojos y los blancos. Bajo estos colores latían diferentes tendencias políticas y sociales: los azules solían representar a la aristocracia, mientras que los verdes eran seguidos masivamente por las clases populares. Los aurigas podían convertirse en auténticas estrellas si conseguían muchas victorias, y lo mismo sucedía con algunos caballos, a los que el público conocía y animaba como si fuesen personas. Diocles, nacido en Hispania en 104 d.C, tuvo nada menos que 1462 victorias en sus 24 años de carrera

Normalmente se realizaban varias carreras de carros empezando con los participantes de menor entidad para acabar con las grandes estrellas del momento. Cuando aparecían los grandes ídolos el nerviosismo inundaba las gradas, miles de sestercios estaban en juego durante las siete vueltas que duraba la carrera.

En el principio de los juegos los corredores representaban a facciones, luego se personalizó el triunfo y por lo tanto la competición, convirtiendo a los corredores en unos ídolos de masas, unos héroes soñados por las mentes romanas.

Al contrario que los griegos, utilizaban casco, equipos de protección y se envolvían las riendas en la cintura. Debido a esto, en caso de estrellarse los romanos no podrían soltar las riendas, de modo que serían arrastrados alrededor del circo hasta que consiguieran soltarse o muriesen. Como consecuencia llevaban un cuchillo para poder librarse en dichas situaciones. Vestían túnicas cortas y se cubrían las piernas con vendas.
Al finalizar la carrera, el vino, los licores y las más dulces viandas recorrían las gradas mientras en la arena comenzaba una nueva exhibición ecuestre como entretenimiento hasta el comienzo de una nueva carrera.
Los juegos circenses servían además para realizar apuestas de grandes sumas de dinero, que enriquecían a unos y arruinaban a otros.
Paginas y libros usados para la realización de esta entrada:

A su vez esta página tiene su fuente en el libro: CARCOPINO, Jerôme: La vida cotidiana en Roma en el apogeo del Imperio, Madrid, 1993



Carmen Fabiola Cruzado Naranjo

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